Xolotl: El guardián del Inframundo azteca

Seguro que has oído hablar de un dios perro llamado Xólotl, o te suena el nombre de algo. Este dios azteca es uno de los más interesantes del panteón mesoamericano. Sólo imagina un dios con cabeza de perro que guía a los muertos por el inframundo. Suena como algo sacado de una película de fantasía, ¿verdad? Pues para los aztecas era una figura muy real y importante.
Xólotl era el hermano gemelo de Quetzalcóatl, el famoso dios serpiente emplumada. Pero mientras Quetzalcóatl representaba la luz y la vida, Xólotl estaba asociado con la oscuridad y la muerte. No creas que por eso era un dios malvado. En la cosmología azteca, la muerte era solo una parte más del ciclo de la vida.
El papel de Xólotl en el más allá
Una de las funciones más importantes de Xólotl era la de psicopompo. ¿Y qué significa psicopompo? Pues es el encargado de guiar las almas de los muertos en su viaje por el Mictlán, el inframundo azteca. Piensa en él como una especie de taxista espiritual que te lleva a tu destino final. Lo sé, es una metáfora muy simple, pero ¿a qué lo entiendes?.
Pero el trabajo de Xólotl no terminaba ahí. También era el encargado de proteger al sol durante su peligroso viaje nocturno por el inframundo. Los aztecas creían que cada noche el sol moría y tenía que atravesar el mundo de los muertos para poder renacer al día siguiente. Y ahí estaba Xólotl, como un guardaespaldas celestial, asegurándose de que todo saliera bien.
Xólotl y su relación con los perros
¿Sabías que los aztecas enterraban perros con sus dueños? Creían que estos animales podían guiar a sus amos por el inframundo, igual que Xólotl. De hecho, hay una raza de perro mexicano sin pelo, el xoloitzcuintle, que lleva el nombre de este dios.
Los xoloitzcuintles eran considerados sagrados por los aztecas. Creían que estos perros tenían poderes curativos y que podían ver a los espíritus. Así que si alguna vez ves uno de estos perros, ya sabes que tienes delante a un auténtico descendiente de un dios azteca.
La dualidad de Xólotl
Xólotl era un dios de contrastes. Por un lado, representaba la transformación y el cambio. Por otro, simbolizaba los gemelos y las deformidades. ¿Raro, no? Pero es que en la mitología azteca, las cosas no eran blancas o negras. Todo tenía su lado positivo y su lado negativo.
Esta dualidad se reflejaba en las representaciones de Xólotl. A veces aparecía como un perro, otras como un esqueleto humano con cabeza de perro. En algunas imágenes incluso tiene dos cabezas. Es como si los aztecas quisieran decirnos que la vida y la muerte, lo normal y lo extraño, son dos caras de la misma moneda.
Xólotl en la vida cotidiana de los aztecas
Aunque Xólotl era un dios del inframundo, también tenía su papel en el mundo de los vivos. Se le atribuía el descubrimiento del maguey, una planta de la que se obtiene el pulque, una bebida alcohólica muy importante para los aztecas. Así que la próxima vez que tomes tequila, que viene de una planta parecida, puedes brindar en honor a Xólotl.
También se creía que Xólotl protegía a los jugadores durante el juego de pelota. Este deporte era mucho más que un simple pasatiempo para los aztecas. Tenía un significado religioso profundo y a veces terminaba con sacrificios humanos. Así que tener a Xólotl de tu lado durante un partido no era mala idea.
El legado de Xólotl en el México actual
Aunque el imperio azteca cayó hace siglos, la influencia de Xólotl sigue presente en la cultura mexicana. Su nombre pervive en lugares como Xolox, un pueblo del Estado de México. Y por supuesto, en los xoloitzcuintles, que siguen siendo una raza de perro muy apreciada en México.
Muchos artistas modernos se han inspirado en Xólotl para sus obras. Si alguna vez visitas México, fíjate en los murales y las esculturas. Es posible que te encuentres con representaciones de este dios perro, mezclando el pasado prehispánico con el arte contemporáneo.
Xólotl era mucho más que un simple dios del inframundo. Era un guía, un protector, un símbolo de transformación y cambio. Su figura nos recuerda que la muerte es parte de la vida y que incluso en la oscuridad hay luz. Así que la próxima vez que veas a un perro, piensa en Xólotl. Quizás, como creían los aztecas, estos animales saben más de lo que pensamos sobre los misterios de la vida y la muerte.
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