Tonatiuh: El dios que ilumina el mundo azteca

Tonatiuh dios azteca

Los aztecas miraban al cielo con asombro. El sol no ha dejado de asombrar y maravillar a las civilizaciones antiguas, y las no tan antiguas. Tonatiuh destacaba debido a su estatus como dios del sol, en el panteón de dioses aztecas. Como no podía ser de otra manera, era un pilar fundamental en la cosmovisión mexica. En náhuatl, la lengua de los aztecas, su nombre significa "El que va haciendo el día". Tonatiuh no era solo una fuente de luz y calor, representaba el poder, la fuerza y la vitalidad que hacían posible la vida en la Tierra.

Los sacerdotes aztecas dedicaban gran parte de su tiempo a honrar a Tonatiuh porque pensaban que sin sus ofrendas y rituales, el sol dejaría de brillar. El temor a la oscuridad eterna impulsaba estas prácticas religiosas pero también cultos sangrientos. La sangre derramada en su nombre alimentaba el ciclo cósmico según la creencia azteca, por lo que los sacrificios humanos eran frecuentes para mantener contento al dios del Sol.

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El quinto sol y el mito de la creación

La mitología azteca cuenta que Tonatiuh era el quinto sol y antes de él, hubo cuatro eras previas. Cada una terminó en un cataclismo que destruyó al mundo. Los dioses se reunieron en Teotihuacán para crear el quinto sol. Necesitaban a alguien valiente que se arrojara al fuego para convertirse en el astro rey. Un dios vanidoso llamado Tecuciztécatl, dudó en el último momento y fue Nanahuatzin, otro dios, pero este humilde y enfermo, quien se sacrificó sin dudarlo.

El gesto heroico de Nanahuatzin dio origen a Tonatiuh y su transformación inspiró a Tecuciztécatl, que finalmente saltó también a las llamas. Así nació la luna, pálida compañera del sol. Los aztecas veían en este mito una lección sobre el valor y el sacrificio poeque creían que vivían en la era del quinto sol, destinada a terminar en un terremoto devastador.

Iconografía y representación del dios solar: El disco del Sol

Los artistas aztecas plasmaron a Tonatiuh en esculturas y códices. Lo retrataban como un guerrero feroz con la cara pintada de rojo. Su lengua, en forma de cuchillo de obsidiana, simbolizaba su sed de sangre. A menudo aparecía rodeado de rayos solares que recordaban a las plumas preciosas. El disco solar, conocido como Piedra del Sol, es quizás la representación más famosa de Tonatiuh.

Esta enorme pieza arqueológica pesa 24 toneladas. En su centro muestra el rostro de Tonatiuh con sus rasgos característicos. Los aztecas la usaban como calendario ritual y marcaba los ciclos solares. Hoy se exhibe en el Museo Nacional de Antropología de México. Miles de visitantes admiran cada año este testimonio del culto al dios solar.

El papel de Tonatiuh en la vida diaria de los aztecas

La influencia de Tonatiuh iba más allá de los templos y rituales. Los aztecas organizaban su vida diaria en torno al movimiento del sol. Los campesinos observaban atentamente el cielo para determinar los tiempos de siembra y cosecha porque el calendario agrícola dependía de los ciclos solares. El maíz, base de su alimentación, crecía gracias al calor y la luz de Tonatiuh.

Los guerreros aztecas también veneraban al dios solar. Creían que los caídos en batalla acompañaban a Tonatiuh en su viaje diario por el cielo. Esta creencia los motivaba a luchar con valentía porque la idea de una vida después de la muerte al lado del sol, era un honor reservado para pocos. Las mujeres muertas durante el parto gozaban del mismo privilegio.

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