Teoría del apego en psicología (Explicación sencilla)

prehistoricoTodo empezó con un tipo llamado John Bowlby. Este psicólogo británico se dio cuenta de que los bebés se ponen como locos cuando los separan de sus madres. No es que fuera un genio por descubrir algo tan obvio, pero fue el primero en darle un nombre y estudiarlo a fondo. Bowlby pensó que esto del apego era crucial para sobrevivir. Un bebé prehistórico perdido en la sabana… sin su madre cerca no duraría ni dos telediarios.
Los estilos de apego: ¿Cuál es el tuyo?
Una colega de Bowlby, Mary Ainsworth, se puso a investigar y descubrió que no todos los niños reaccionan igual cuando mamá se va. Algunos lloran a moco tendido, otros pasan olímpicamente y hay quienes se quedan en plan "¿y ahora qué hago?". Ainsworth identificó tres estilos principales de apego: seguro, ansioso y evitativo.
El apego seguro es como el niño bueno de la clase. Son críos que confían en sus padres y no se vuelven locos cuando se van porque saben que volverán. De mayores suelen tener relaciones sanas y estables. Los ansiosos son otra historia… estos son los que se pegan como lapas.
De niños lloran como si no hubiera un mañana cuando los padres se van y de adultos son los típicos que mandan 20 whatsapps seguidos si su pareja no contesta en 5 minutos.
El lado oscuro del apego: Cuando las cosas se tuercen
¿Y qué pasa con los evitativos? Pues estos son los que parecen pasar de todo. De pequeños ni se inmutan cuando los padres se van y de mayores son los que salen corriendo en cuanto alguien intenta acercarse demasiado. Suena un poco frío, ¿no? Pero ojo, que no es que sean unos insensibles… es su manera de protegerse.
Hay un cuarto estilo que descubrieron más tarde: el desorganizado. Son niños que no saben ni por dónde les da el aire cuando los padres se van. A veces lloran, a veces pasan, a veces se quedan paralizados… De mayores suelen tener relaciones bastante caóticas.
¿Se puede cambiar el estilo de apego?
¿Estamos condenados a repetir el mismo patrón toda la vida? Pues buenas noticias: no necesariamente. Aunque nuestro estilo de apego se forma en la infancia, no está escrito en piedra. Con esfuerzo, terapia y relaciones sanas podemos modificarlo.
Cambiar patrones tan arraigados cuesta lo suyo. Es como intentar que un zurdo escriba con la derecha… se puede, pero requiere práctica y paciencia. Lo primero es ser consciente de nuestro estilo de apego. ¿Eres de los que se agobia si tu pareja no te manda un buenos días? ¿O de los que salen por patas en cuanto la cosa se pone seria? Una vez lo tienes claro puedes empezar a trabajar en ello.
Apego y relaciones: La clave del éxito (o del fracaso)
¿Y por qué debería importarnos todo esto? Pues porque el estilo de apego afecta a todas nuestras relaciones. No solo a las románticas, también a las de amistad, con la familia, incluso en el trabajo. Un jefe con apego ansioso puede ser un auténtico dolor de muelas, siempre encima de sus empleados. Y un amigo evitativo puede dejarte tirado justo cuando más lo necesitas.
En las relaciones de pareja la cosa se complica aún más. Imagínate un ansioso con un evitativo… es como mezclar agua y aceite. El ansioso querrá estar todo el día pegado mientras el evitativo necesitará su espacio. Resultado: discusiones, malentendidos y frustración por ambas partes.
Por eso es tan importante entender nuestro estilo de apego y el de nuestra pareja. No se trata de buscar la pareja perfecta, sino de aprender a comunicarse y encontrar un punto medio.
El apego en la era digital: Nuevos retos
Y si ya era complicado en el cara a cara, las redes sociales han venido a complicarlo todo aún más. ¿Es tu pareja de apego ansioso y le da por stalkear todos tus me gusta en Instagram? ¿O es evitativo y tarda días en contestar un WhatsApp? Las nuevas tecnologías han traído nuevas formas de expresar (y complicar) nuestros estilos de apego.
Entender la teoría del apego puede ser una herramienta super útil para mejorar nuestras relaciones. Nos ayuda a entender por qué actuamos como actuamos y por qué los demás hacen lo que hacen. Y eso, amigos, es el primer paso para tener relaciones más sanas y felices.
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