¿Qué siente una persona con TDAH?

Vivir con la mente a mil por hora. Pues así nos sentimos las personas con TDAH, me incluyo porque también lo padezco y se lo que es vivir a diario con este trastorno. Es como tener 27 pestañas abiertas en el navegador a la vez. Algunas reproducen música, otras tienen vídeos y el resto son artículos que queríamos leer pero que probablemente nunca leeremos. Todo esto pasa en nuestra cabeza mientras intentamos concentrarnos en una tarea importante.
No voy a mentir, es agotador vivir así. El cerebro no para nunca y saltamos de una idea a otra sin control. A veces estamos en medio de una conversación y de repente recordamos que teníamos que hacer la compra, llamar al médico, buscar las llaves del coche y revisar ese email importante del trabajo. Total que acabamos perdiendo el hilo de lo que nos estaban contando.
Síntomas cotidianos del déficit de atención
Lo peor no es solo la falta de concentración, también está esa terrible sensación de postergar todo hasta el último momento. Nos proponen hacer algo y aunque sabemos que es importante nuestro cerebro simplemente se niega a cooperar. La procrastinación se convierte en nuestra fiel compañera y luego nos toca hacer todo corriendo con el estrés por las nubes.
Y no te cuento la frustración que produce perder cosas constantemente. Las llaves, el móvil, la cartera… todo desaparece mágicamente. Lo más gracioso es que muchas veces están justo delante de nuestras narices pero somos incapaces de verlas. Yo he llegado a encontrar las llaves del coche en el congelador, no me preguntes como llegaron ahí..
Impacto emocional en adultos con TDAH
La autoestima también se resiente bastante. Después de años escuchando comentarios como "es que no te esfuerzas lo suficiente" o "solo tienes que concentrarte más", acabas dudando de ti mismo. La gente no entiende que no es falta de voluntad. Ojalá fuera tan fácil como decidir prestar atención y ya está.
Las relaciones personales tampoco son un camino de rosas. A veces interrumpimos sin querer porque si no soltamos la idea en ese momento se nos olvida. O llegamos tarde a las citas porque nos distraemos con cualquier cosa por el camino. Menos mal que existe gente comprensiva que sabe entender estas peculiaridades, y al final nos acepta tal y como somos.
El lado positivo es que también tenemos nuestros momentos de hiperfocus. Cuando algo nos apasiona podemos estar horas y horas centrados en ello sin ni siquiera acordarnos de comer. El problema es que no podemos controlarlo y a veces se activa con cosas poco productivas, y perdemos el tiempo en hacer un posavasos de crochet..
La medicación ayuda bastante pero no es una solución mágica. Al final lo importante es crear rutinas y sistemas que nos ayuden a funcionar mejor en el día a día. Las listas las alarmas y los recordatorios se convierten en nuestros mejores aliados. Y aunque a veces resulta agotador vivir así también aprendemos a reírnos de nuestras peculiaridades y a aceptarnos tal como somos.
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