Qué es la limerencia y cuál es su tratamiento
La limerencia es como un enamoramiento, llámalo encaprichamiento, pero llevado al extremo. Te obsesionas con esa persona y no puedes sacártela de la cabeza. Piensas en ella todo el rato e idealizas todo lo que hace. La ves perfecta aunque tenga más defectos que virtudes. Y lo peor es que muchas veces ni siquiera tienes una relación real con esa persona. Puede ser alguien que apenas conoces o con quien has hablado un par de veces.
La limerencia te hace vivir en una montaña rusa emocional constante. Un día estás en las nubes porque la persona objeto de tu obsesión te ha sonreído. Al siguiente te hundes en la miseria porque no te ha contestado un mensaje.
Analizas cada gesto cada palabra cada mirada buscando señales de que le gustas. Te imaginas mil escenarios en tu cabeza sobre cómo podría ser vuestra relación. Pero ojo que esto no es amor del bueno. Es más bien una adicción emocional que te impide ver la realidad tal como es.
Síntomas y consecuencias de la limerencia
Los síntomas de la limerencia son bastante heavies la verdad. Te pasas el día soñando despierto con esa persona. No te concentras en el trabajo ni en tus estudios. Descuidas tus amistades y aficiones porque solo piensas en el objeto de tu obsesión.
Te pones nervioso cuando estás cerca de esa persona. Se te acelera el corazón te sudan las manos y hasta te cuesta hablar. Buscas cualquier excusa para verla o contactar con ella. Stalkeas sus redes sociales como si no hubiera un mañana.
Y las consecuencias pueden ser devastadoras. La limerencia te roba mucha energía mental y emocional. Te impide disfrutar del presente porque siempre estás pensando en esa persona. Afecta a tu autoestima porque la haces depender de si recibes atención o no de quien te obsesiona.
Puedes acabar haciendo el ridículo o metiéndote en problemas por perseguir a alguien que no te corresponde. En casos extremos hasta puede derivar en acoso. Vamos que no mola nada estar así y hay que buscarle solución.
Cómo superar la limerencia
Vale y ahora viene lo importante: ¿cómo sales de ese bucle obsesivo? Pues lo primero es reconocer que tienes un problema. Que eso que sientes no es amor sano sino una especie de adicción emocional. Una vez asumes eso el siguiente paso es cortar el contacto con la persona objeto de tu obsesión. Nada de mensajitos ni de stalkeo en redes sociales. Borra su número bloquéala si hace falta. Sé que suena duro pero es necesario para desengancharte.
También ayuda mucho ocupar tu mente con otras cosas. Retoma aficiones que tenías abandonadas. Pasa más tiempo con amigos y familia. Haz deporte o medita para liberar estrés. Cualquier cosa que te distraiga de pensar en esa persona las 24 horas.
Y muy importante: trabaja en tu autoestima. Recuerda que vales mucho por ti mismo y que no necesitas la validación de nadie para ser feliz. Si ves que no puedes superarlo solo no dudes en buscar ayuda profesional. Un psicólogo puede darte herramientas para gestionar esos pensamientos obsesivos.
Terapias y tratamientos para la limerencia
Existen varias terapias que pueden ayudarte a superar la limerencia. La terapia cognitivo-conductual es una de las más efectivas. Te enseña a identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos que alimentan tu obsesión. La terapia de exposición también puede ser útil. Consiste en enfrentarte gradualmente a situaciones relacionadas con el objeto de tu limerencia para reducir la ansiedad que te provocan. Por ejemplo empezar viendo fotos suyas y acabar pudiendo cruzártela por la calle sin que te afecte.
Algunas personas encuentran alivio en técnicas de mindfulness y meditación. Te ayudan a centrarte en el presente y a observar tus pensamientos sin engancharte a ellos. La hipnoterapia es otra opción que algunos terapeutas utilizan para tratar la limerencia. Busca acceder al subconsciente para reprogramar esos patrones obsesivos. Y en casos más severos el psiquiatra puede recetar medicación para controlar la ansiedad o la depresión asociadas a la limerencia.
Limerencia vs amor sano: aprende a diferenciarlos
Es importante que sepas distinguir entre limerencia y amor de verdad. El amor sano te hace sentir bien contigo mismo. La limerencia te hace depender emocionalmente de otra persona. En una relación sana hay reciprocidad. En la limerencia suele ser unilateral y obsesiva. El amor te motiva a crecer como persona. La limerencia te estanca y te impide avanzar en otros aspectos de tu vida.
En el amor real aceptas los defectos de la otra persona. En la limerencia la idealizas y la ves perfecta. Una relación sana te da seguridad y confianza. La limerencia te provoca ansiedad y dudas constantes. El amor verdadero evoluciona con el tiempo.
La limerencia suele ser intensa pero efímera. Vamos que una cosa es estar enamorado y otra muy distinta estar obsesionado. Si aprendes a reconocer las señales podrás evitar caer en relaciones tóxicas y buscar conexiones más auténticas y satisfactorias.
Cómo prevenir futuros episodios de limerencia
Vale ya has superado un episodio de limerencia. ¿Cómo evitas volver a caer en lo mismo? Pues lo primero es trabajar en tu amor propio colega. Cuanto más te quieras y te valores menos probable será que busques validación externa de forma obsesiva. Aprende a estar bien contigo mismo y a disfrutar de tu propia compañía. Cultiva relaciones sanas y equilibradas con amigos y familia. Eso te dará una red de apoyo emocional más estable.
Mantén una actitud realista hacia el amor y las relaciones. No te creas los cuentos de hadas ni las películas románticas. El amor verdadero requiere tiempo esfuerzo y compromiso mutuo. No existe la persona perfecta ni la media naranja. Si empiezas a notar señales de obsesión hacia alguien frena a tiempo. Busca ayuda si es necesario.
Y recuerda que una vida plena y satisfactoria no depende de tener pareja. Hay muchas formas de ser feliz y realizarte como persona. No dejes que la búsqueda del amor se convierta en una obsesión que te impida disfrutar del camino.
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