Procastinar ¿Cuál es el significado psicológico?

Venga, seamos sinceros. ¿Cuántas veces te has dicho "lo hago mañana" y ese mañana nunca llega? Pues eso es procrastinar. Es como cuando tienes que hacer la declaración de la renta pero de repente tu casa necesita una limpieza a fondo. O cuando deberías estudiar para un examen pero te pones a ver una serie. Total, que siempre encuentras algo "más importante" que hacer.
Procrastinar no es solo holgazanear. A veces nos ponemos a hacer mil cosas que no son urgentes para evitar lo que de verdad importa. Es como si nuestro cerebro tuviera alergia a ciertas tareas y buscase excusas para esquivarlas. Y claro, luego nos entra el agobio porque el tiempo se nos echa encima.
La psicología detrás del "lo dejo para luego"
Los psicólogos llevan años dándole vueltas a por qué nos cuesta tanto ponernos manos a la obra. Resulta que nuestro cerebro prefiere la satisfacción inmediata antes que los beneficios a largo plazo. Nos resulta más tentador echarnos una siestecita que ponernos a redactar el TFG (Trabajo de Fin de Grado).
Además, muchas veces procrastinamos por miedo al fracaso. Nos da pánico no estar a la altura, así que preferimos no empezar. O pensamos que trabajamos mejor bajo presión y esperamos al último momento. Spoiler: casi nunca es buena idea.
Consecuencias de dejar todo para mañana
Vale, ya sabemos qué es procrastinar. Pero ¿qué pasa cuando lo convertimos en hábito? Pues nada bueno, te lo aseguro. El estrés se dispara porque vamos siempre a contrarreloj. La calidad de nuestro trabajo baja porque lo hacemos con prisas. Y encima nos sentimos culpables por no haber empezado antes.
A largo plazo, procrastinar puede afectar nuestra autoestima. Empezamos a vernos como personas poco fiables o incapaces de cumplir objetivos. Y eso, amigos, es un círculo vicioso. Cuanto peor nos sentimos, más difícil es ponernos en marcha.
Estrategias para dejar de dar largas
Bueno, ¿y qué hacemos para salir de este bucle? Hay algunas técnicas que pueden ayudarte. Una es la famosa técnica del pomodoro: trabajas 25 minutos a tope y luego descansas 5. Así engañas a tu cerebro para que se centre en intervalos cortos.
Otra opción es dividir las tareas grandes en pasos más pequeños. En vez de "escribir el TFG", empieza por "hacer el índice". Suena menos intimidante, ¿verdad? Y no te olvides de premiarte cuando cumplas tus objetivos. Un capítulo terminado merece un buen trozo de tarta.
El papel de la motivación
Aquí viene lo interesante: la motivación es clave para dejar de procrastinar. Pero no se trata solo de fuerza de voluntad. Hay que encontrar un propósito en lo que hacemos. Si entiendes por qué es importante terminar ese informe, te costará menos ponerte a ello.
También ayuda visualizar el resultado final. Imagínate entregando el trabajo a tiempo, sin el estrés de última hora. O piensa en cómo te sentirás cuando por fin hayas limpiado ese armario que llevas meses posponiendo. A veces, esa imagen mental es el empujón que necesitamos.
Procrastinación: ¿amiga o enemiga?
Pero no todo es blanco o negro. A veces, procrastinar puede tener su lado positivo. Hay quien dice que le ayuda a ser más creativo. O que postergar ciertas decisiones nos da tiempo para reflexionar mejor. Pero cuidado, que esto no se convierta en una excusa más.
Se trata de encontrar un equilibrio. Nadie es productivo al 100% todo el tiempo. Lo importante es ser conscientes de cuándo estamos procrastinando y por qué. Solo así podremos decidir si realmente necesitamos ese descanso o si es hora de ponerse las pilas.
Deja una respuesta