Definición de personas que dicen una cosa y hacen otra
Falsedad e hipocresía. Ambos comportamientos han estado presentes en la sociedad, desde tiempos inmemoriales. A lo largo de la historia, han habido personas que proclaman unos valores o principios. Pero eso sí, luego actúan de forma contraria a ellos.
Este fenómeno tiene diversos motivos y manifestaciones. Pero en esencia, se trata de una discordancia entre el discurso y los hechos. Analizaremos este problema que reduce la credibilidad de quienes lo practican, así como algunas de sus posibles explicaciones.
La hipocresía, es un mal endémico de la condición humana que resulta llamativo por contradecir las normas sociales. Quien dice una cosa pero hace otra, suele recibir el rechazo de sus semejantes. La coherencia entre lo que decimos y hacemos, es un pilar de las relaciones interpersonales. Cuando falta esto se resiente la confianza.
Conceptualización
La hipocresía ha sido objeto de análisis filosófico desde la Antigüedad clásica. Pensadores como Aristóteles, ya detectaron esta tendencia humana a aparentar virtudes que no se poseen. En el lenguaje común, solemos utilizar expresiones como “doble moral” o “doble cara” para referirnos a dicho fenómeno.
Consiste, básicamente, en sostener un discurso ético que luego no se corresponde con los propios actos. El hipócrita dice una cosa, pero hace otra de forma consciente y reiterada. No se trata de una mera debilidad ocasional, o falta de carácter. Sino de toda una impostura mantenida de modo permanente.
Algunos filósofos han señalado que la hipocresía encubre cierto grado de maldad, pues implica engañar de forma premeditada. El hipócrita es consciente de la falsedad, entre lo que profesa y cómo se comporta realmente.
Causas del fenómeno
Son múltiples los factores que pueden llevar a alguien a incurrir en semejante discordancia. En ocasiones, la hipocresía surge del afán por guardar las apariencias y evitar el qué dirán. Bajo una falsa fachada de moralidad, el sujeto oculta comportamientos inconfesables.
Otras veces tiene que ver con intereses ilegítimos. Hay quien predica la honestidad pero incurre en prácticas corruptas, quien habla de compasión pero es despiadado con los más débiles... La doble moral suele estar ligada a la obtención de poder, estatus o dinero. Ciertas ideologías radicales o sectas, promueven también este tipo de conductas.
Sus integrantes profesan unos ideales que justifican acciones reprobables. Actúan con fanatismo, creyendo que los fines justifican los medios. En no pocas ocasiones, la hipocresía se debe a la cobardía y la falta de valores genuinos. Son personas temerosas de reconocer sus pulsiones egoístas, incapaces de obrar con coherencia.
Consecuencias negativas
Cuando la doble moral se extiende en una sociedad, las relaciones humanas se deterioran. Se instaura un clima de recelo que dificulta la convivencia. Al no poder fiarse de las palabras del prójimo, se resiente la concordia social. A nivel individual, el efecto también es altamente nocivo.
El hipócrita pierde toda credibilidad, ante aquellos que le descubren. Le resultará imposible recuperar la confianza perdida. Incluso si abandona su falsa postura, la mancha en su reputación durará.
Por otro lado, vivir de las apariencias resulta agotador a la larga. Mantener una fachada, ocultando los auténticos sentimientos, pasa factura a la salud mental. Tarde o temprano, tanta simulación provoca ansiedad y estrés.
Remedios posibles
Combatir la hipocresía es una tarea dura, pero no imposible. Se necesita un esfuerzo, tanto colectivo como individual. A nivel social es preciso desmotivar las conductas falsas. Se prima con ello, la coherencia y la autenticidad. Asimismo, la educación debe orientarse a formar el carácter de los jóvenes. No solo a proporcionar conocimientos técnicos.
El cultivo de virtudes como la prudencia, la fortaleza y la templanza previenen de incurrir en dobles discursos. Por otro lado, cada cual debe comprometerse con la verdad en su vida privada. El examen de conciencia diario, ayuda a detectar inconsistencias entre lo que decimos defender y nuestros actos reales. Solo siendo honestos con nosotros mismos, podremos serlo con el prójimo.
En síntesis, la doble moral tiene remedios tanto colectivos como individuales. Pero erradicarla por completo quizá sea una utopía, dada su arraigo en la naturaleza humana. Lo mas real, es aspirar a minimizar este mal endémico mediante esfuerzos sostenidos de la sociedad y el individuo.
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