Motivación intrínseca y extrínseca: Definición y diferencias
¿Por qué haces las cosas que haces? A veces actuamos porque nos nace de dentro y otras porque esperamos algo a cambio. Estas son las dos caras de la motivación: la intrínseca y la extrínseca. La primera sale de ti mismo como cuando lees un libro porque te encanta la historia. La segunda viene de fuera como cuando estudias para aprobar un examen o trabajas por el sueldo.
Los psicólogos Ryan y Deci llevan años estudiando estos tipos de motivación. Sus investigaciones demuestran que la motivación intrínseca produce resultados más duraderos. Cuando haces algo porque te gusta aprendes mejor y lo disfrutas más. El cerebro libera dopamina que es un neurotransmisor que te hace sentir bien. Es como un ciclo que se alimenta a sí mismo.
La motivación intrínseca en acción
Un ejemplo claro lo vemos en los más pequeños. Ellos aprenden y juegan por pura curiosidad sin esperar premios. Los profesores saben que cuando un estudiante tiene interés real por una asignatura saca mejores notas. La Universidad de Harvard ha estudiado cómo los alumnos motivados por aprender retienen mejor la información que los que solo estudian para aprobar.
En el trabajo pasa algo parecido. La gente que disfruta con su profesión rinde más que los que solo trabajan por dinero. Google y otras empresas innovadoras lo saben bien. Por eso dan libertad creativa a sus empleados y fomentan proyectos personales. El resultado es más innovación y menos estrés laboral.
El papel de la motivación extrínseca
La motivación extrínseca también tiene su lugar. A veces necesitamos un empujón externo para empezar algo nuevo. Los premios reconocimientos y recompensas pueden ser útiles al principio. El truco está en no depender solo de ellos. Las investigaciones de la Universidad de Stanford muestran que las recompensas funcionan mejor para tareas mecánicas y repetitivas.
Los entrenadores personales usan una mezcla de ambas motivaciones. Empiezan con objetivos externos como perder peso o ganar un trofeo. Pero saben que para mantener los hábitos saludables a largo plazo necesitas disfrutar del ejercicio en sí mismo. El Instituto de Psicología del Deporte tiene estudios que lo confirman.
El equilibrio perfecto
La clave está en encontrar un equilibrio. Los expertos en desarrollo personal como Daniel Pink dicen que necesitamos ambos tipos de motivación. Por ejemplo en el trabajo es normal que te motive el sueldo. Pero si además te gusta lo que haces rendirás mejor y serás más feliz. Las empresas inteligentes lo entienden y crean ambientes que fomentan ambas motivaciones.
Los padres y profesores pueden aplicar esto con los niños. Un premio ocasional no está mal pero es mejor despertar su curiosidad natural. Los estudios de la Universidad de Michigan demuestran que los niños que aprenden por interés propio desarrollan mejor su creatividad y capacidad de resolución de problemas.
Retos y obstáculos
El problema surge cuando dependemos demasiado de la motivación extrínseca. Si solo haces las cosas por reconocimiento o dinero te cansas antes. Los psicólogos han visto que las personas motivadas solo por factores externos son más propensas al estrés y la frustración. Cuando fallan las recompensas pierden el interés.
La buena noticia es que puedes desarrollar tu motivación intrínseca. Empieza por pequeños pasos y busca el lado interesante de las tareas. Los neurocientíficos han descubierto que nuestro cerebro puede cambiar sus patrones de motivación con práctica y tiempo. El Instituto de Neurociencia Cognitiva está investigando cómo podemos entrenar mejor nuestra motivación interna para ser más efectivos y estar más satisfechos.
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