Huitzilopochtli: Conoce al dios azteca de la guerra

Huitzilopochtli era el amo y señor de la guerra y el sol. Los adoraban como a muchos de sus demás deidades, pero este tenía un hueco muy especial entre los mexicas. Y es que para ellos, sin Huitzilopochtli el mundo dejaría de existir.
Como dios de la guerra, te lo imaginas como un guerrero musculoso con pinta de villano de película, armado hasta los dientes con una serpiente de fuego y un escudo con plumas. Pues no te habrías equivocado porque los aztecas también lo representaban así. Su nombre significa "colibrí zurdo" o "colibrí del sur". Suena un poco raro para un dios de la guerra, pero los aztecas sabían lo que hacían.
El nacimiento legendario del dios solar
La historia de cómo nació Huitzilopochtli es de esas que te dejan con la boca abierta. Su madre, Coatlicue, era una diosa que un día estaba tranquila en su templo y de la nada, una bola de plumas cayó del cielo. Ella la recogió y se la guardó en el pecho. Y ¡Sorpresa!: se quedó embarazada.
Sus otros hijos, liderados por su hija Coyolxauhqui, no lo vieron con buenos ojos. Pensaron que su madre les había deshonrado y decidieron acabar con su vida. Pero justo cuando iban a atacar, Huitzilopochtli nació. Salió hecho una furia y listo para comenzar una guerra. Mató a sus hermanos y se convirtió en el héroe de su. madre.
Huitzilopochtli y la fundación de Tenochtitlan
Los aztecas creían que Huitzilopochtli les había ordenado fundar su ciudad. Les dijo que buscaran un águila devorando una serpiente sobre un nopal. Vaya tarea les encomendó el colega. Estuvieron dando vueltas por todos lados hasta que por fin lo encontraron en un islote del lago Texcoco.
Así nació Tenochtitlan, la capital del imperio azteca. Era una ciudad impresionante, con canales, chinampas y templos enormes. En el centro de todo estaba el Templo Mayor, dedicado a Huitzilopochtli y Tláloc. Era como el corazón religioso y político del imperio.
El culto sangriento al dios de la guerra
A Huitzilopochtli le gustaba la sangre. Como no podía ser de otro modo, su culto era de los más sangrientos del panteón azteca. Los sacrificios humanos estaban a la orden del día. Los aztecas creían que necesitaba sangre humana para mantener su fuerza y seguir moviendo el sol por el cielo.
Durante las fiestas en su honor, como el Panquetzaliztli, había bailes, procesiones y, claro está, múltiples sacrificios humanos. Los sacerdotes se subían a lo alto del templo y arrancaban el corazón de los prisioneros de guerra. Luego tiraban los cuerpos por las escaleras. No era un espectáculo para estómagos delicados.
Huitzilopochtli en la cosmología azteca
En el pensamiento azteca, Huitzilopochtli tenía un papel crucial. Era uno de los cuatro hijos de la pareja creadora, Ometecuhtli y Omecíhuatl. Representaba el sur y el fuego en la división cósmica del universo. Sus hermanos eran Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Xipe Tótec.
Los aztecas creían que Huitzilopochtli luchaba cada día contra las fuerzas de la oscuridad. Por la noche, se enfrentaba a sus hermanas, las estrellas, y a su hermano, la luna. Si perdía, el mundo se acabaría. Por eso era tan importante mantenerlo fuerte con sacrificios.
Símbolos y representaciones del dios guerrero
Huitzilopochtli tenía sus propios símbolos que lo hacían inconfundible. El colibrí era su animal sagrado. Los aztecas admiraban la ferocidad de estas pequeñas aves. También se le asociaba con el sol, el fuego y el color azul.
En las representaciones, Huitzilopochtli aparecía como un guerrero azul con un tocado de colibrí. Llevaba un escudo con bolas de plumas y una serpiente de fuego como arma. A veces se le pintaba con la cara y las piernas de un lado azules y del otro amarillas, simbolizando el día y la noche.
El ocaso de Huitzilopochtli
Con la llegada de los españoles, el culto a Huitzilopochtli desapareció. Los conquistadores destruyeron sus templos y prohibieron su adoración. Fue un golpe duro para los aztecas, que veían en él a su protector y guía.
Pero el recuerdo de Huitzilopochtli no se ha perdido del todo. Hoy en día, sigue siendo un símbolo importante en la cultura mexicana. Aparece en el escudo nacional, representado por el águila sobre el nopal. También es un tema recurrente en el arte y la literatura. Aunque ya no se le adore como antes, Huitzilopochtli sigue siendo parte de la identidad mexicana.
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