Gen autosómico o gen dominante: cuando los genes mandan sin piedad

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El que te parezcas tanto a tu padre o a tu madre, es culpa de los genes dominantes. Imagina que los genes son como dos personas discutiendo por elegir el color de una pared, si uno es dominante, ese color es el que veremos sí o sí, aunque el otro gen (el recesivo) prefiera otro tono completamente diferente.

Los genes autosómicos dominantes se encuentran en los cromosomas normales y corrientes (los autosomas), no en los cromosomas sexuales que determinan si eres chico o chica. Solo necesitas heredar una copia de este gen mandón de papá o mamá para que se manifieste el rasgo. Es como cuando tu madre te dice "porque lo digo yo", no hay más que hablar, y su palabra va a misa..

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Manifestaciones y características heredadas

La ciencia puede parecer complicada, pero es más fácil de lo que parece. Pensemos en los ojos oscuros: son dominantes sobre los claros. Si tu padre tiene los ojos marrones (gen dominante) y tu madre azules (gen recesivo), lo más probable es que tú acabes con ojos marrones, como ha sido mi caso en particular (maldición).

Y esto no solo ocurre con el color de ojos o pelo. Hay muchas características que se heredan de forma dominante: desde la forma de la barbilla hasta ciertas enfermedades. Por ejemplo, la polidactilia (tener dedos extra) es un rasgo dominante. Curioso y extraño a la vez. Un solo gen puede hacer que tengas un dedo extra, aunque tu otro gen diga "con cinco tenemos suficiente".

Patrones de herencia y probabilidades

Las probabilidades son como las apuestas en el casino, pero con genes. Si un progenitor tiene el gen dominante y el otro no, cada hijo tiene un 50% de probabilidades de heredarlo. Es tirar una moneda al aire, cara, lo heredas; cruz, te libras. Aunque bueno, aquí no vale hacer trampas ni repetir la jugada.

Y aquí viene lo interesante: estas características dominantes suelen aparecer en cada generación. No se saltan generaciones como hacen los genes recesivos, que son más tímidos y necesitan que ambos padres les pasen el mismo gen para manifestarse. Los dominantes siempre están ahí, generación tras generación.

Implicaciones en la salud y el diagnóstico

A veces, tener un gen dominante no es precisamente un regalo. Algunas enfermedades genéticas siguen este patrón, como la enfermedad de Huntington. Es una lotería macabra, basta con heredar una copia del gen para desarrollar la enfermedad. Por eso es tan importante el consejo genético cuando hay antecedentes familiares.

Los médicos y genetistas siguen el rastro de estos genes. Cuando ven que una característica aparece en cada generación y afecta por igual a hombres y mujeres, sospechan que están ante un gen autosómico dominante.

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