¿Por qué duele cuando no te valoran?

cuando no te valoran

Cuando alguien no te valora, es como si te dieran una bofetada sin mano. Te quedas ahí, sin saber qué ha pasado. Piensas que igual has hecho algo mal o que no eres lo suficientemente bueno. Es malo, porque empiezas a dudar de ti mismo. Te preguntas si mereces que te traten así, o si deberías cambiar para que te hagan más caso.

Lo peor es que esto puede pasar con gente cercana, como tu familia o tus amigos. Imagina que te esfuerzas mucho en algo y nadie lo nota. O que das tu opinión y pasan de ti como si fueras invisible. Duele, y mucho, cuando no te valoran como debería ser. Es como si te dijeran a la cara que no importas.

Contenido

La herida del rechazo en nuestro cerebro

¿Sabías que nuestro cerebro reacciona al rechazo social igual que al dolor físico? Es una locura, pero es verdad. Cuando alguien no nos valora, se activan las mismas zonas del cerebro que cuando nos hacemos daño. Por eso nos sentimos fatal cuando nos ignoran o nos tratan mal.

Esto viene de la época de las cavernas. Antes, si te echaban del grupo, te podías morir. Así que nuestro cerebro evolucionó para que nos doliera el rechazo y así intentáramos caer bien a la gente. El problema es que ahora ya no necesitamos eso para sobrevivir, pero nuestro cerebro sigue funcionando igual.

Cuando la autoestima se tambalea

No ser valorado puede dejarte hecho polvo. Hace que te sientes pequeño, inútil, como si no valieras nada. Es normal que tu autoestima se vaya al garete. Empiezas a pensar que todo lo que haces está mal y que no mereces que te quieran. Es un círculo vicioso: cuanto peor te sientes, menos te valoras tú mismo.

Lo malo es que esto puede afectar a todas las áreas de tu vida. En el trabajo te cuesta destacar, con tus amigos te vuelves más callado, y en el amor ni te atreves a intentarlo. Te convences de que nadie va a querer estar contigo porque no vales la pena. Y eso es una mentira como una casa.

El peso de las expectativas no cumplidas

Muchas veces nos duele que no nos valoren porque teníamos otras expectativas. Creemos que por ser buenos o hacer las cosas bien, la gente nos va a tratar genial. Y cuando no pasa, nos llevamos un chasco. Es como si hubiéramos hecho un trato imaginario con el mundo y de repente nos dijeran que no hay trato.

Esto pasa mucho con los padres, por ejemplo. Esperamos que nos apoyen siempre y que estén orgullosos de nosotros. Y si no lo hacen, nos sentimos fatal. O en el trabajo, cuando curramos como bestias y luego ni nos dan las gracias. Te quedas con cara de tonto pensando: "¿Y todo lo que he hecho qué?".

La búsqueda desesperada de aprobación

Cuando llevas tiempo sin sentirte valorado, puedes caer en la trampa de buscar aprobación como un loco. Te pasas el día intentando complacer a todo el mundo para que te hagan caso. El problema es que así te olvidas de lo que tú quieres, y te conviertes en una marioneta.

Es agotador estar siempre pendiente de lo que piensan los demás. Te desvives por caer bien y al final acabas sin saber ni quién eres. Además, la gente nota cuando estás desesperado por gustar y eso puede hacer que te valoren menos. Es como si llevaras un cartel que dice: "Por favor, quiéreme".

Aprender a valorarse uno mismo

Al final, la clave está en aprender a valorarte tú mismo. Suena a algo muy tópico, pero es la verdad. Si dependes de que los demás te den palmaditas en la espalda, vas listo. Tienes que ser tu propio fan número uno. Celebra tus logros, por pequeños que sean. Date las gracias por las cosas que haces bien.

No es fácil, eh. Sobre todo si llevas mucho tiempo sin que te valoren. Pero se puede aprender. Empieza por tratarte como tratarías a tu mejor amigo. Seguro que a él no le dirías que es un inútil, ¿no? Pues contigo igual. Sé amable contigo mismo y poco a poco verás cómo te sientes mejor.

Poner límites y saber decir que no

Una parte importante de valorarse es saber poner límites. Si dejas que la gente te trate como un felpudo, al final se te quedan las marcas de las pisadas. Aprender a decir que no es fundamental. No pasa nada por no estar siempre disponible o por no hacer favores a todo el mundo.

Al principio da miedo decir que no. Piensas que la gente se va a enfadar o que te van a dejar de querer. Pero es justo al revés. Cuando empiezas a respetarte, los demás también te respetan más. Y si alguien se enfada porque pones límites, igual es que no te valoraba de verdad.

Rodearse de gente que sí te valora

Por último, es súper importante rodearte de gente que sí sepa apreciarte. Ya sé que no puedes elegir a tu familia, pero sí puedes elegir a tus amigos y a tu pareja. Busca personas que te hagan sentir bien, que celebren tus logros y que te apoyen cuando las cosas no salgan bien.

No hace falta tener mil amigos. Con unos pocos que te valoren de verdad es suficiente. Y si ves que alguien te está tratando mal constantemente, igual es hora de plantearse si merece la pena tenerlo en tu vida. Recuerda que tú vales mucho, y mereces que te traten bien. No te conformes con menos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *