Disgrafía y disortografía: Significado y diferencias

disgrafia y disortografia

El otro día mi sobrino Lucas vino llorando del cole porque sus compañeros se reían de su letra. "Es que no puedo escribir mejor, lo intento pero no me sale". Sus palabras me rompieron el corazón y me hicieron investigar sobre estos problemas que afectan a tantos niños.

En la disgrafía es como si el cerebro y la mano no se pusieran de acuerdo a la hora de escribir. El niño sabe lo que quiere poner en el papel pero sus dedos no responden como deberían. No tiene nada que ver con ser vago o descuidado. Es un trastorno real que necesita ayuda profesional.

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Las pistas que nos da el cuaderno escolar

¿Te has fijado en cómo coge el lápiz tu hijo? Los niños con disgrafía suelen agarrarlo raro y apretarlo mucho. Sus letras bailan por el papel: unas grandes otras pequeñas. Se salen del renglón y parecen bailar un baile desordenado. Al final de la clase tienen dolor en la mano de tanto esfuerzo.

En la disortografía la letra puede ser perfecta, pero las faltas de ortografía aparecen por todos lados. No es que no sepan las reglas. Las conocen pero su cerebro las procesa de forma distinta. Según datos del Centro de Neurología Infantil 1 de cada 10 niños tiene este problema.

La importancia del diagnóstico temprano

Yo era de las que pensaba que esto se arreglaba practicando más. Pero no podía estar más equivocada. Una compañera pedagoga me abrió los ojos: "Cada caso es único y necesita su propio plan de trabajo". Por eso es vital llevar al niño al especialista en cuanto notemos algo raro.

Los profesores juegan un papel fundamental. Son los primeros en dar la voz de alarma porque ven cómo escriben otros niños de la misma edad. Mi amiga Ana que es maestra dice que ahora tienen más recursos para ayudarles. Las tablets y ordenadores son sus grandes aliados.

Cómo ayudar en casa sin volvernos locos

Te doy un consejo: no te agobies ni agobies al peque. La paciencia es tu mejor amiga. En casa podemos hacer ejercicios divertidos como pintar hacer puzzles o jugar con plastilina. Todas estas actividades ayudan a mejorar el control de los dedos. Y oye, también sirven para relajarse.

Los deberes pueden ser un momento de tensión. No pasa nada si tarda más que sus hermanos en acabar. Cada uno tiene su ritmo. Lo importante es mantener la autoestima alta y celebrar los pequeños avances. Como me dijo el psicólogo del cole: "El éxito no está en escribir perfecto sino en no rendirse".

El futuro es esperanzador

Estos problemas tienen solución. Mi sobrino lleva 6 meses en terapia y ya se nota muchos la mejoría. Sigue teniendo días mejores y peores pero ya no llora por ir al cole. Las nuevas tecnologías están abriendo un mundo de posibilidades para estos niños.

La clave está en detectarlo pronto pedir ayuda profesional y no tirar la toalla. Con el apoyo adecuado estos peques pueden conseguir lo que se propongan. Al final escribir bien o mal no define lo listos o trabajadores que son. Cada uno tiene sus retos y estos niños nos dan una lección de superación todos los días.

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