Condicionamiento clásico y operante ¿En qué se diferencian?

Condicionamiento clásico y operante

¿Por qué tu perro viene corriendo cuando oye el ruido de su bolsa de pienso o cuando oye que coges la correa para dar un paseo? ¿Por qué los niños se portan mejor cuando les prometes un premio? Estas conductas tienen su origen en dos tipos de aprendizaje: el condicionamiento clásico y el operante. El primero lo descubrió Ivan Pavlov mientras estudiaba la digestión de los perros. Se dio cuenta de que sus perros salivaban solo con ver a la persona que les daba de comer.

El condicionamiento operante lo desarrolló B.F. Skinner años después. Él construyó una caja especial donde las ratas aprendían a presionar una palanca para conseguir comida. La diferencia principal es que, en el condicionamiento clásico el comportamiento es automático mientras que en el operante el sujeto tiene que hacer algo para obtener una recompensa.

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Funcionamiento del condicionamiento clásico

En el condicionamiento clásico todo empieza con un reflejo natural. Por ejemplo los perros salivan cuando ven comida. Si asociamos un estímulo neutro como el sonido de una campana con la comida el perro acabará salivando solo con oír la campana. El proceso es automático y el perro no tiene que hacer nada especial.

John Watson demostró este principio con el famoso experimento del pequeño Albert. Le enseñó a un bebé a tener miedo de una rata blanca asociándola con un ruido fuerte. El pobre Albert acabó temiendo todo lo blanco y peludo. Este experimento nos enseñó lo poderoso que puede ser el condicionamiento clásico aunque hoy sería considerado poco ético.

Mecanismos del condicionamiento operante

El condicionamiento operante funciona de otra manera. Aquí el sujeto tiene que hacer algo voluntario para conseguir lo que quiere. Edward Thorndike lo llamó la ley del efecto: las conductas que tienen consecuencias positivas se repiten y las que tienen consecuencias negativas se evitan. Es como cuando un niño recoge sus juguetes para conseguir ver la tele.

Skinner perfeccionó esta teoría introduciendo conceptos como el refuerzo y el castigo. El refuerzo aumenta la probabilidad de una conducta. Puede ser positivo como dar un premio o negativo como quitar algo desagradable. El castigo por otro lado, disminuye la probabilidad de una conducta ya sea añadiendo algo malo o quitando algo bueno.

Aplicaciones prácticas en la vida diaria

Estos tipos de condicionamiento están por todas partes. Las empresas usan el condicionamiento operante cuando dan puntos por comprar. Los videojuegos te enganchan con recompensas por completar niveles. Hasta las redes sociales usan estos principios: los likes son refuerzos positivos que nos hacen querer publicar más.

En educación estos principios son básicos. Los profes usan estrellas pegatinas o puntos extra como refuerzo positivo. El condicionamiento clásico explica por qué algunos estudiantes sienten ansiedad al ver un examen. Han asociado los exámenes con experiencias estresantes igual que los perros de Pavlov asociaban la campana con la comida.

Diferencias y similitudes clave

La gran diferencia está en el control. En el condicionamiento clásico la respuesta es automática como el miedo o la salivación. En el operante la respuesta es voluntaria como presionar una palanca o estudiar para un examen. Además el clásico trabaja con respuestas existentes mientras el operante puede crear conductas nuevas.

Los dos tipos de condicionamiento suelen trabajar juntos en situaciones reales. Por ejemplo cuando un futbolista marca un gol recibe el refuerzo positivo de la victoria (operante) y la celebración del público (clásico). Las terapias psicológicas modernas usan ambos tipos según lo que necesite cada paciente. El éxito está en saber cuándo aplicar cada uno. 

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