Buda Tibetano: Más allá del Dalái Lama
El budismo es una de las grandes religiones del mundo. Surgió en la India hace más de 2.500 años de la mano de Buda, un príncipe llamado Siddhartha Gautama. El budismo posteriormente se extendió desde la India a otras partes de Asia, incluyendo el Tíbet. ¿Quién es ese Buda venerado en el budismo tibetano? ¿Por qué es tan importante para los tibetanos? Vamos a verlo.
El Dalai Lama
El Buda tibetano no es otro que el Dalái Lama, máxima autoridad del budismo en el Tíbet. Cada Dalái Lama es considerado la reencarnación del anterior, conformando una línea ininterrumpida de líderes espirituales.
Se le venera como la encarnación del bodhisattva de la compasión, Avalokiteshvara. Ha habido 14 Dalai Lamas a lo largo de los siglos. El actual es Tenzin Gyatso, premio Nobel de la Paz, que lleva décadas difundiendo las enseñanzas budistas y la causa del pueblo tibetano por el mundo. Pero, ¿es posible que sea la reencarnación del bodhisattva de la compasión?
Encarnación de Avalokiteshvara
Los tibetanos creen que cada Dalái Lama es la reaparición del bodhisattva Avalokiteshvara, la deidad budista vinculada a la compasión. Los bodhisattvas son seres que están en camino a la iluminación pero posponen ese estado para ayudar a otros. Encarnan en forma humana vida tras vida para enseñar el Dharma (las enseñanzas de Buda).
Así, cuando un Dalái Lama fallece, los monjes buscan señales para encontrar al siguiente. Usan visiones, oráculos y otros métodos. Cuando lo localizan, le someten a rigurosas pruebas antes de confirmar que es la nueva encarnación.
Líder espiritual y político
Más allá de su papel espiritual, los Dalái Lamas han ejercido también como líderes temporales del Tíbet durante siglos, al menos hasta la invasión china en 1950. Gobernaron el país e impulsaron reformas.
El noveno Dalái Lama, por ejemplo, reorganizó el gobierno tibetano a semejanza de China. El decimotercero asumió el control total del país y firmó acuerdos con potencias extranjeras.
Así, los Dalái Lamas son figuras espirituales y políticas clave en la identidad del Tíbet. Son venerados por los budistas tibetanos, que ven en ellos la encarnación viva de Avalokiteshvara.
Exilio del Dalai Lama
Tras la invasión china del Tíbet en 1950, el décimo cuarto Dalái Lama, Tenzin Gyatso, se vio forzado al exilio en 1959, estableciendo su gobierno en Dharamsala (India). Desde entonces aboga por la libertad de su país frente a China.
Pese a ello, sigue siendo un icono espiritual para los tibetanos y todo un embajador mundial del budismo tibetano. En 1989 fue galardonado con el premio Nobel de la Paz por su resistencia no violenta frente a China.
Tenzin Gyatso, el Dalai Lama actual
Nacido en 1935, Tenzin Gyatso fue reconocido como la decimocuarta reencarnación del Dalái Lama con apenas 2 años. A los 15 asumió plenos poderes, en plena invasión china.
Tras el exilio de 1959, pasó a residir en la India, concretamente en Dharamsala. Desde allí sigue liderando espiritualmente a los tibetanos, a la vez que aboga diplomaticamente por el Tíbet ante líderes globales.
Ha recibido premios por su labor por la paz y escrito decenas de libros difundiendo las enseñanzas budistas.
Para los tibetanos, es el máximo exponente vivo del budismo tibetano, venerado como emanación del bodhisattva Avalokiteshvara. Y sin lugar a dudas, para el mundo, se ha convertido en un icono de la resistencia pacífica y en uno de los líderes morales más respetados.
Preservando la cultura tibetana
Más allá de su papel espiritual, el Dalái Lama se ha esforzado por preservar las tradiciones y la identidad del pueblo tibetano desde su exilio en India. Ha fomentado la educación de los niños tibetanos en el exilio y la difusión de su cultura al mundo.
Incluso ha orientado reformas democráticas en el gobierno tibetano en el exilio para transitar a un liderazgo elegido, preparando el terreno para su sucesión. Quiere garantizar la supervivencia de las tradiciones tibetanas al margen de su figura.
Por ello es una pieza fundamental en la lucha del Tíbet por resistir a la represión china. Encarna la voz y alma de su pueblo.
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