Avalokiteshvara: La encarnación de la bondad

Avalokiteshvara

En el infinito panteón del budismo mahayana destaca el nombre de Avalokiteshvara, el Buda de la Compasión Infinita. Su solo nombre, que significa "El Señor que Mira Hacia Abajo", ya nos describe a un ser celestial que dirige su mirada clemente sobre el sufrimiento mundano para aliviarlo.

Pero, ¿quién fue realmente Avalokiteshvara? ¿Por qué encarna el parangón de la bondad para millones de fieles en Oriente?

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Avalokiteshvara, el bodhisattva compasivo

Avalokiteshvara pertenece a ese linaje de iluminados que, pudiendo alcanzar el nirvana, decide posponerlo por amor a los demás. En efecto, este bodhisattva hizo un voto solemne: no descansar hasta liberar a todos del sufrimiento.

Renunció a sí mismo y adoptó múltiples formas para salvar a los seres del dolor. Y lo hizo por puro amor, sin esperar nada a cambio. Ese desprendimiento total es la esencia de la bondad en su expresión más noble.

Kuan Yin, el rostro femenino de la misericordia

Uno de los rostros más populares de Avalokiteshvara es el de Kuan Yin. Bella, etérea, de rasgos delicados, esta figura femenina emerge de la tradición china como encarnación de la misericordia. En sus representaciones, Kuan Yin sostiene una jarra que vierte el néctar de la compasión.

Millones de fieles orientales reconocen en ella a una madre universal que ama incondicionalmente, más allá de credos o filiaciones. Kuan Yin trasciende formas para ir al meollo: un amor tan vasto como el cielo.

Avalokiteshvara en el Tíbet

Otra célebre encarnación de Avalokiteshvara es la que adopta en el budismo tibetano. Allí se le representa con once cabezas y mil brazos, cada mano con un ojo en la palma, símbolo de que ve y actúa sin límites para mitigar el sufrimiento del mundo.

Se le invoca como Chenrezig, y es la deidad más venerada en el país del Himalaya. El mismo Dalai Lama es considerado una reencarnación terrenal de este bodhisattva. Tal es la trascendencia de este ser compasivo para el pueblo tibetano.

El culto a la misericordia

Más allá de sus representaciones artísticas, Avalokiteshvara encarna unos nobles ideales: la bondad desinteresada, la compasión en acción, la empatía que socorre al necesitado.

Por ello es objeto de fervorosa devoción. No se trata de adorar a un ser lejano, sino de cultivar sus mismas cualidades para construir un mundo más amable.

Quizás ahí resida nuestra mejor expresión de fe: no en los inciensos o las plegarias, sino en sembrar amor allí donde vayamos.

Humanizar la compasión

Avalokiteshvara simboliza la compasión cósmica, pero ese ideal no ha de abrumarnos. Podemos aspirar a ser como él siendo sencillamente más amables cada día con quienes nos rodean.

Una sonrisa a un extraño, escuchar de corazón al amigo, ayudar al vecino… Pequeños gestos que encierran la semilla de la santidad.

Y es que todos llevamos dentro un Buddha o un Avalokiteshvara esperando expresarse. Solo hace falta dejarlo emerger con nuestras acciones cotidianas. ¿Te animas a ser un poco más compasivo hoy?

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